Dolor y sufrimiento

El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional

La posibilidad de que ocurra un hecho que nos cause dolor está siempre latente. Puede ser una pérdida, un error o un fracaso. 

Tenemos la fantasía que le podemos ganar al dolor tomando medicamentos, aturdiéndonos, consumiendo cosas o evitándolo.

 El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

 La clave está en cómo transitamos por ese dolor. Si lo atravesamos o “gastamos” o nos contamos un relato apegado a él: ello ya es sufrimiento.

 El relato del sufrimiento comienza con la pregunta “¿por qué a mí?”  (¿ y por qué a mí no...?).

 Dolor y felicidad no son antagónicos, son caras de la misma moneda. Podemos ser felices con un dolor y no serlo estando alegres. Felicidad no es alegría.

 Podemos encontrarle un sentido al dolor. El dolor puede ser un maestro. Está en nosotros la posibilidad de convertirlo en una desgracia o en un punto de partida para el crecimiento.   

 La idea de dolor está asociada a la de apego. Nos duele perder algo que consideramos de nuestra propiedad (una pareja, la salud, un ser querido, un trabajo)

La aceptación y el desapego son esenciales para hacer un duelo. Para ello se pasan por cuatro etapas: la consternación, la ira, la tristeza, y finalmente, la aceptación. 

 En la aceptación se comprende que ha habido una pérdida en nuestro tener, pero no hay menoscabo en nuestro ser.

 El relato del sufrimiento sólo nos sirve para instalarnos en un estado de resignación y resentimiento, porque obstaculiza el proceso de atravesar el dolor. 

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